EJERCICIOS ESPIRITUALES 31
Contemplación para alcanzar amor.
Esta
contemplación es la recapitulación de todo lo que hemos vivido en la
experiencia de estos Ejercicios. Quien se ha dejado transformar por el
conocimiento interno del Señor, quien se ha identificado con Él y se ha
dejado afectar por los Misterios de la vida del Señor, vivirá la
realidad de forma nueva. Será capaz de hallar a Dios en todas las cosas.
Estará llamado a ser contemplativo en la acción. Éste es un nuevo modo
de ser y de estar en el mundo: la de vivir en amor a Dios y servicio a
los hombres, sabiendo encontrarse con Dios en cada momento de la vida.
Ahora estamos capacitados para ver y hallar a Dios en todas las cosas.
No me pide Dios que cambie de vida, sino que en ésta que llevo, sea
capaz de descubrirle en todo y en todos.
Debo ver toda la realidad transformada por el amor.
En estos Ejercicios hemos subido con Cristo, hemos volado con Él a
través de los Misterios de su vida. Ahora nos toca tomar tierra.
El que subió y el que baja, es distinto. No puedo ser ni ver las cosas de la misma forma que antes.
Recordamos: Contigo y como Tú.
Cristo ya bajó en la Encarnación. Ahora nos toca bajar a nosotros.
Tenemos
que vivir la intimidad con Él que hemos mantenido a través de todas las
contemplaciones, en medio del mundo, en medio de las tareas que
realizamos cada día.
La
experiencia de oración nos debe haber creado una dependencia. El seguir
orando nos va a permitir respirar. La vida del Espíritu nos hace
equilibrados entre la vida contemplativa y la acción. Es un modo nuevo
de vivir.
Mi vida debe quedar configurada en el amor a Dios y en el servicio a los hombres.
Debo ver la huella de Dios en todo.
El
respeto a la naturaleza, por ejemplo, no nos viene por ecologistas,
sino por ver en todo lo que contemplamos la huella de Dios. Mucho más
aún en el hombre, al que hay que mirar con actitud positiva, con
esperanza.
Recordamos la meditación que tuvimos sobre el Principio y Fundamento:
Hemos sido creados para amar, alabar, hacer reverencia, glorificar y
servir a Dios.
Y esto lo tenemos que tener muy claro y refrescarlo de vez en cuando para no tener intenciones torcidas.
Con
esta contemplación para alcanzar el amor vuelvo otra vez al Principio y
Fundamento. Y así me muevo en un círculo, que no es otro que un círculo
de amor. De Dios vengo por amor y a Dios voy por amor. Amo y soy amado
por Él.
Y sé que el amor que comienza en el corazón, termina en las obras, pues de lo contrario no resulta creíble.
Petición: conocimiento interno de tanto bien recibido.
Vamos a seguir unos pasos para esta contemplación.
Primero: debo interiorizar, para comprender y agradecer todo lo que
Dios ha hecho en mi vida. Hacer un repaso tranquilo y suave, para
reconocer su mano en todo lo que me ha pasado, porque lo haya querido o
porque lo haya permitido. Traerlo todo al presente. Hay muchas cosas que
no he hecho bien, y que aún no me he perdonado. Las tengo archivadas y
me sigo castigando por ellas. Pero Dios sí que las ha perdonado y
olvidado incluso. Pedir la gracia de verme como Dios me ve y amarme y
perdonarme como Dios me ama y me perdona.
Esto me lleva a otro paso, que es el de sentirme interpelado, es decir,
lo que yo de mi parte debo ofrecerle y darle. Los dones que Dios me da,
piden mi correspondencia en amor y servicio. Porque el que ama,
intercambia todo lo que tiene. El amor de Dios impacta y saca lo mejor
de mí. Y me lleva a comprometerme: entregarle mi vida.
Otro paso es de contemplar a Dios en todas sus criaturas. Verle dándose
en la Creación. Todo es don de Dios. Todo me habla de su amor por mí.
Todo lo ha puesto para mí. Dios ha dejado todo vestido de su Hermosura.
En sus dones está presente el mismo Dios.
Esto
hace que yo también me dé y comprenda que lo importante no son las
cosas que hago, sino el amor que pongo en lo que hago. Un acto de amor
puro vale más que mil obras. Las cosas valen por el amor que se pone en
ellas. En cada cosa tengo que poner alma, vida y corazón.
Contemplo también que Dios trabaja en mí y por mí. Él desea y busca lo
mejor de la persona a quien ama. Dios actúa para mí en cada momento. En
todos los acontecimientos se manifiesta su presencia.
Comprender que las cosas no dependen de mí. Dios me lo da y me lo comunica todo desde arriba.
Empeñarme en esta contemplación, porque de ella depende que salgamos a la vida transformados.
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