viernes, 16 de febrero de 2018

REVELACION DE SU MISERICORDIA. DIARIO DE SANTA FAUSTINA 17


DIARIO DE SANTA FAUSTINA 17
REVELACION DE SU MISERICORDIA
Mi Corazón está colmado de gran misericordia para las almas y especialmente para los pobres pecadores. Si pudieran comprender que Yo soy para ellas el mejor Padre, que para ellas de Mi Corazón ha brotado Sangre y Agua como de una fuente desbordante de misericordia; para ellas vivo en el tabernáculo. Como Rey de Misericordia deseo colmar a las almas de gracias, pero no quieren aceptarlas.  Por lo menos tú ven a Mí lo más a menudo posible y toma estas gracias que ellas no quieren aceptar y con esto consolaras Mi Corazón.  Qué grande es la indiferencia de las almas ante tanta bondad, ante tantas pruebas de amor!. Mi Corazón es recompensado solamente con ingratitud, con olvido por parte de las almas que viven en el mundo.  Tienen tiempo para todo, menos para venir a Mí a recibir las gracias
Me dirijo a vosotras, almas elegidas, ¿tampoco vosotras entendeis el amor de Mi Corazón?  No encuentro el abandono total en Mi amor.  Tantas reservas, tanta desconfianza, tanta precaución… Para consolarte te diré que hay almas que viven en el mundo que Me quieren sinceramente, en sus corazones permanezco con delicia, pero son pocas.  También en los conventos hay almas que llenan de alegría Mi Corazón.  En ellas están grabados Mis rasgos y por eso el Padre Celestial las mira con una complacencia especial.  Ellas serán la maravilla de los Ángeles y de los hombres.  Su número es muy pequeño, ellas constituyen una defensa ante la Justicia del Padre Celestial e imploran la misericordia por el mundo.  El amor y el sacrificio de estas almas sostienen la existencia del mundo.  Lo que más dolorosamente hiere Mi Corazón es la infidelidad del alma elegida por mí especialmente; esas infidelidades son como espadas que traspasan Mi Corazón.

Nadie puede negar que Dios es infinitamente misericordioso; Él desea que todos lo sepan. Antes de volver como Juez, desea que las almas lo conozcan como Rey de Misericordia.  Cuando venga este triunfo, nosotros estaremos ya en la nueva vida, en la que no hay sufrimientos, pero antes el alma será saturada de amargura, su sufrimiento será real.  ¿Cuándo sucederá esto? no sé; ¿Cuánto tiempo durara? No sé.
Pero Dios prometió una gran gracia, especialmente a ti y a todos que proclamen esta gran misericordia Mía.  Yo Mismo los defenderé en la hora de la muerte como Mi gloria, aunque los pecados de sus almas sean negros como la noche; cuando un pecador se dirige a Mi misericordia me rinde la mayor gloria y es un honor para Mi Pasión.  Cuando un alma exalta Mi bondad, entonces Satanás tiembla y huye al fondo mismo del infierno.
Con las almas que recurran a Mi misericordia y con las almas que glorifiquen y proclamen Mi gran misericordia a los demás, en la hora de la muerte Me comportaré según Mi infinita misericordia.
Mi Corazón sufre a causa de que ni las almas elegidas entienden lo grande que es Mi misericordia; en su relación conmigo, en cierto modo hay desconfianza.  Cuánto hiere esto mi Corazón.  Recordad Mi Pasión, y si no creéis en Mis palabras, creed al menos en Mis llagas.

Siento que Dios me permitirá levantar el velo para que la tierra no dude de su bondad.  Dios no está sujeto a eclipses ni a cambios, queda por la eternidad Uno y siempre Él Mismo; a su voluntad nada puede oponerse.  Siento en mí una fuerza sobrehumana, siento el arrojo y la fortaleza debidas a la gracia que vive en mí.  Comprendo a las almas que sufren, porque experimenté en mí este fuego.  Sin embargo Dios no da sufrimientos por encima de las fuerzas.  A menudo he vivido con la esperanza contra la esperanza, y he empujado mi esperanza hasta la total confianza en Dios.  Que se haga conmigo lo que ha establecido desde la eternidad.

Estas son unas máximas que escribe Santa Faustina en su Diario:
Sería muy impropio que una hermana religiosa buscar alivio en el sufrimiento.

El amor debe ser recíproco.  Como el Señor Jesús ha bebido por mí toda la amargura, entonces yo, su esposa, para dar prueba de mi amor hacia Él, aceptaré todas las amarguras.

Quien sabe perdonar, se prepara a recibir muchas gracias de parte de Dios.  Siempre que mire la cruz, perdonaré sinceramente.

Dios ofrece las gracias de dos maneras: a través de las inspiraciones y de las iluminaciones.  Si pedimos una gracia, Dios la da, pero debemos querer aceptarla; y para aceptarla es necesaria la abnegación.

El amor no consiste en las palabras ni en los sentimientos, sino en la acción.  Es un acto de la voluntad. La inteligencia, la voluntad y el corazón, debemos ejercitar estas tres facultades durante la oración.

Resucitaré en Jesús, pero primero tengo que vivir en Él.  Si no me separo de la cruz, entonces se manifestara en mí el Evangelio.  Todas mis deficiencias las completa en mi Jesús, su gracia que obra sin cesar.  Las Tres personas divinas viven en mí.  Si Dios ama, lo hace con todo su Ser, con todo el poder de su ser.  Si Dios me ha amado así, ¿cómo debo corresponder a esto yo?

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