DIARIO DE SANTA FAUSTINA 25
CONOCIMIENTO Y EXPERIENCIA DE DIOS
Comenzamos con un principio moral que nos da Santa Faustina:
Cuando
no se sabe qué es lo mejor, hay que reflexionar, examinar y pedir
consejo, porque no se puede actuar en la duda de la conciencia. En la
incertidumbre, decirse a sí mismo: cualquier cosa que haga estará bien
hecha si tengo la intención de hacerla bien. Dios acepta lo que
nosotros consideramos bueno, y Dios lo acepta y lo considera bueno. No
preocuparme si después de algún tiempo, aquellas cosas no resultan ser
tan buenas como yo pensaba al hacerlas. Dios mira la intención con la
cual empezamos y según ello dará la recompensa. Es un principio al que
debemos atenernos.
Nos describe ahora una de las muchas veces que experimentó el milagro
que puede obrar en las almas el rezo de la Coronilla:
Por
la noche fui despertada súbitamente y supe que un alma me pedía la
oración y que tenía una gran necesidad de plegarias. Brevemente, pero
con toda mi alma pedí al Señor la gracia para ella.
Al
día siguiente, pasado ya el mediodía, cuando entré en la sala vi a una
persona agonizante y supe que su agonía había empezado por la noche,
justo cuando se me pidió rezar. De repente oí en mi alma esta voz: Reza la coronilla que te he enseñado. Corrí
a buscar el rosario y me arrodillé junto a la agonizante y con todo el
ardor de mi espíritu me puse a rezar la coronilla. De repente la
agonizante abrió los ojos y me miró, y no alcancé a rezar toda la
coronilla porque ella murió con una misteriosa serenidad. Pedí
ardientemente al Señor que cumpliera la promesa que me había dado por
rezar la coronilla. El Señor me hizo saber que aquella alma recibió la
gracia que el Señor me había prometido. Aquella alma fue la primera en
experimentar la promesa del Señor. Sentí cómo la fortaleza de la
misericordia cubría aquella alma. Y de nuevo escuché:
Defenderé
como a Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la
muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes
obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca
del agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la
insondable misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de
Mi misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo.
Oh,
si todos conocieran qué grande es la misericordia del Señor y cuánto
necesitamos todos nosotros esta misericordia, especialmente en aquella
hora decisiva…
Con esta experiencia, Faustina nos enseña cómo debe ser nuestra oración ante la dificultad misma de orar:
Durante
la Hora Santa el Señor me concedió experimentar su Pasión. Compartí la
amargura de la Pasión de la que estaba colmada su alma. Jesús me dio a
conocer cómo el alma debe ser fiel a la oración, a pesar de las
tribulaciones y la aridez y las tentaciones, porque de tal plegaria en
gran medida depende a veces la realización de los grandes proyectos de
Dios; y si no perseveramos en tal plegaria, ponemos impedimentos a lo
que Dios quiere hacer a través de nosotros o en nosotros. Que cada alma
recuerde estas palabras: Y encontrándose en una situación difícil,
rogaba más tiempo. Yo prolongo siempre tal oración por cuanto me es
posible y compatible con mis deberes.
Y ahora nos habla del amor:
El
amor es un misterio que transforma todo lo que toca en cosas bellas y
agradables a Dios. El amor de Dios hace al alma libre; es como una
reina que no conoce el constreñimiento del esclavo, emprende todo con
gran libertad del alma, ya que el amor que vive en ella es el estímulo
para obrar. Todo lo que la rodea le da a conocer que solamente Dios es
digno de su amor. El alma enamorada de Dios y en Él sumergida, va a sus
deberes con la misma disposición con que va a la Santa Comunión y
cumple también las acciones más simples con gran esmero, bajo la mirada
amorosa de Dios; no se turba si con el tiempo alguna cosa resulta menos
lograda, ella está tranquila porque en el momento de obrar hizo lo que
estaba en su poder. Cuando sucede que la abandona la viva presencia de
Dios, de la que goza casi continuamente, entonces procura vivir de la fe
viva; su alma comprende que hay momentos de descanso y momentos de
lucha. Con la voluntad está siempre con Dios. Su alma es como un
oficial adiestrado en la lucha, desde lejos ve dónde se esconde el
enemigo y está preparado para el combate; ella sabe que no está sola,
Dios es su fortaleza.
Faustina nos habla de la Santísima Trinidad:
En
cierto momento, la presencia de Dios penetró mi ser, mi mente fue
singularmente iluminada en cuanto al conocimiento de su Esencia; [Dios]
me permitió acercarme al conocimiento de su vida interior. Vi en
espíritu las Tres Personas Divinas, pero su Esencia es única. Él es
Solo, Uno, Único, pero en Tres Personas, cada una de las cuales no es ni
más pequeña ni más grande; no hay diferencia ni en la belleza, ni en la
santidad, porque son Uno. Uno, absolutamente Uno. Su Amor me ha
llevado a este conocimiento y me ha unido a Él. Cuando estaba unida con
una [Persona Divina], estaba unida también con la segunda y con la
tercera. Así pues, cuando nos unimos con una, por eso mismo nos unimos
con otras dos Personas al igual que con una. Una es la voluntad, uno
Dios, aunque en las Personas Trinitario. Cuando al alma se entrega a
una (269) de las Tres Personas, entonces, con el poder de esa voluntad
se encuentra unida a las Tres Personas y está inundada de la felicidad
que fluye de la Santísima Trinidad; de esta felicidad se alimentan los
santos. La felicidad que brota de la Santísima Trinidad, hace feliz a
todo lo creado; brota la vida que vivifica y anima cada ser que de Él
tiene principio. En aquellos momentos mi alma probó las delicias
divinas tan grandes, que me es difícil expresarlas.
Del deseo de Dios:
Me
desmayo por desear a Dios. Cuando estoy unida a Él, me desmayo del
exceso de felicidad, pero mi mente está clara y limpia, sin
confusiones. Humillas Tu Majestad para tratar con una pobre criatura.
Te agradezco, oh Señor, por esta gran gracia que me hace capaz de tratar
contigo. Oh Jesús, Tu nombre es una delicia para mí; desde lejos
percibo a mi Amado y mi alma llena de anhelo descansa en sus brazos, no
sé vivir sin Él; prefiero estar con Él en los tormentos y en los
sufrimientos que sin Él entre las más grandes delicias del cielo.
De la Santa Misa:
Un
gran misterio se hace durante la Santa Misa. Con qué devoción
deberíamos escuchar y participar en esta muerte de Jesús. Un día
sabremos lo que Dios hace por nosotros en cada Santa Misa y qué don
prepara para nosotros en ella. Sólo su amor divino puede permitir que
nos sea dado tal regalo. Oh Jesús, oh Jesús mío, de qué dolor tan
grande está penetrada mi alma, viendo una fuente de vida que brota con
tanta dulzura y fuerza para cada alma. Y sin embargo veo almas
marchitas y áridas por su propia culpa. Oh Jesús mío, haz que la
fortaleza de Tu misericordia envuelva a estas almas.
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