miércoles, 15 de noviembre de 2017

DIARIO DE SANTA FAUSTINA 8



DIARIO DE SANTA FAUSTINA 8

         Escribe esto, le dijo la Divina Misericordia: “Antes de venir como Juez Justo, vengo como el Rey de la Misericordia. Antes de que llegue el día de la justicia, les será dado a los hombres este signo en el cielo. Se apagará toda luz en el cielo y habrá una gran oscuridad en toda la tierra. Entonces, en el cielo aparecerá el signo de la cruz y de los orificios donde fueron clavadas las manos y los pies del Salvador, saldrán grandes luces que durante algún tiempo iluminarán la tierra. Eso sucederá poco tiempo antes del último día”.

         Santa Faustina le corresponde con esta oración:
Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, como Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío.
Jesús, Divino Prisionero del Amor, cuando considero tu amor y cómo te has anonadado por mí, mis sentidos desfallecen. Encubres tu majestad inconcebible y te humillas rebajándote a mí, un ser miserable. Oh Rey de la gloria, aunque ocultas tu hermosura, el ojo de mi alma desgarra el velo. Veo a los coros de ángeles que te honran incesantemente y a todas las potencias celestiales que te alaban sin cesar y que te dicen continuamente: Santo, Santo, Santo.
¿Quién comprenderá tu amor y tu misericordia hacia nosotros? Oh prisionero del amor, encierra mi pobre corazón en este tabernáculo para adorarte sin cesar día y noche. Aunque estoy físicamente lejos de Ti, mi corazón está siempre Contigo. Nada puede impedir mi amor hacia Ti. No existe ningún obstáculo para mí. Te consolaré por todas las ingratitudes, por las blasfemias, por la tibieza, por el odio de los impíos, por los sacrilegios. Deseo arder como víctima pura delante del trono de tu escondite.
No me dejaré arrebatar por el trabajo hasta el punto de olvidarme de Dios. Pasaré todos los momentos a los pies del Maestro.

         En otra ocasión, Jesús le dijo: “Deseo que esta imagen sea expuesta en público el primer domingo después de Pascua de Resurrección. Ese domingo es la Fiesta de la Misericordia. A través del Verbo Encarnado doy a conocer el abismo de mi Misericordia”.
         Sucedió tal y como el Señor lo había pedido: el primer acto de veneración a esta imagen por parte del público, tuvo lugar el primer domingo después de Pascua. Durante tres días, la imagen estuvo expuesta al público y recibió la veneración pública porque había sido colocada en Ostra Brama, en un ventanal, en lo alto, por eso se la veía desde muy lejos. Durante estos tres días, fue celebrada con solemnidad la clausura del Jubileo de la Redención del Mundo, el 19 Centenario de la Pasión del Salvador. Ahora veo que la obra de la Redención está ligada a la obra de la misericordia que reclama el Señor.

         Nos habla ahora Santa Faustina de la experiencia mística del conocimiento de Dios:
Al principio, Dios se hace conocer como santidad, justicia y bondad, es decir, misericordia. El alma no conoce todo esto a la vez, sino singularmente en relámpagos, es decir, en los acercamientos de Dios. Eso no dura mucho tiempo, porque no podría soportar esta luz. Durante la oración, el alma recibe un relámpago de esta luz, que le imposibilita orar como hasta entonces. Puede esforzarse cuanto quiera, y esforzarse a orar como antes, todo en vano, se hace absolutamente imposible continuar rezando como se rezaba antes de recibir esta luz. La luz que tocó al alma es viva en ella y nada la puede extinguir ni obscurecer. Este relámpago de conocimiento de Dios arrastra su alma y la incendia de amor hacia Él. Pero a la vez este mismo relámpago permite al alma conocer cómo es ella y ve todo su interior en una luz superior y se levanta horrorizada y asustada. Sin embargo, no permanece en aquel espanto, sino que empieza a purificarse y a humillarse y a postrarse ante el Señor y estas luces se hacen más fuertes y más frecuentes; cuanto más cristalina se hace el alma, tanto más penetrantes son estas luces. Sin embargo, si el alma ha respondido fiel y resueltamente a estas primeras gracias, Dios la llena con sus consuelos y se entrega a ella de modo sensible. Entonces el alma entra casi en relación de intimidad con Dios y se alegra enormemente; piensa que ya ha alcanzado el grado designado de perfección, ya que los errores y los defectos están dormidos en ella y piensa que ya no los tiene. Nada le parece difícil, está preparada para todo. Empieza a sumergirse en Dios y a disfrutar de las delicias de Dios. Es llevada por la gracia y no se da cuenta en absoluto de que puede llegar el momento de la prueba y de la lucha. Y en realidad, este estado no dura mucho tiempo. Llegarán otros momentos, pero debo mencionar que el alma responde con más fidelidad a la gracia de Dios si tiene un confesor experimentado a quien confía todo.

         Y ahora nos habla de las pruebas enviadas por Dios a un alma particularmente amada, de las tentaciones y oscuridades, de Satanás.
         El amor del alma no es todavía como Dios lo desea. De repente el alma pierde la presencia de Dios. Se manifiestan en ella distintas faltas y errores, con los cuales tiene que llevar a cabo una lucha encarnizada. Todos los errores levantan la cabeza, pero su vigilancia es grande. En el lugar de la anterior presencia de Dios, ha entrado la aspereza y la sequía espiritual, no encuentra satisfacción en los ejercicios espirituales, no puede rezar, ni como antes, ni como oraba ahora. Lucha por todas partes y no encuentra satisfacción. Dios se le ha escondido y ella no encuentra satisfacción en las criaturas y ninguna criatura sabe consolarla. El alma desea a Dios apasionadamente, pero ve su propia miseria, empieza a sentir la justicia de Dios. Ve como si hubiera perdido todos los dones de Dios, su mente está como nublada, la oscuridad envuelve toda su alma, empieza un tormento inconcebible. El alma se hunde en la inquietud. Satanás comienza su obra.

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